Aprender juntos implica aprender de una manera mucho más eficaz. Descentrarse del yo para potenciar el desarrollo del otro, nos lleva a niveles jamás pensados en otras situaciones de aprendizaje.
Éste es uno de los valores esenciales que propicia nuestro proyecto de apadrinamiento lector entre 1º y 2º de EP y 4º y 5º de EP, donde no sólo fluyen la lengua y la literatura, sino también se gestan lazos basados en la comprensión, el respeto mutuo y la empatía.
Esta actividad se presentó en clase mediante un dibujo misterioso en una pizarra... Era Platero, un ser que aparentemente no conocíamos ni reconocíamos. Les pregunté si querían conocer un poco más a Platero y leí un breve fragmento de Juan Ramón Jiménez. Ahora les tocaba a ellos, mostrarme cómo veían a Platero.
Finalmente, en asamblea cada niño y niña presentó descripción y sus argumento del porqué habían dibujado de una manera u otra a este tierno animal.
Decidimos dar un paso más allá cuando desvelé que Platero no estaba entre los dibujos realizados, así que nos dispusimos a analizar las palabras que en el texto leído aparecían. Ahora surgían nuevas ideas y, no tan pronto, concluimos que Platero podía ser un burro.
Nuestra sabiduría no podía quedar aquí... ¿El siguiente paso? Presentar a nuestro padrinos y madrinas mayores el texto, pero sin decirles quien era el personaje que se escondía tras las palabras de tan bello texto. Además, este fragmento nos sirvió para profundizar en los recursos literarios JR Jiménez dominaba a la perfección.
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